COLUMNAS

OBRADOR, VIRTUAL PRESIDENTE

 REMOLINO POLITICO

Andrés Manuel López Obrador y los mexicanos que creyeron en él, ganaron la IV Revolución Mexicana contra la mafia del poder. Hoy el primer Presidente de México, de izquierda, abanderado por MORENA, PT y PES, con un 53 por ciento de las preferencias electorales. Sepulta al viejo sistema político en poder del PRIAN-PRI, PAN y el PRD que se sumó a las filas de la corrupción durante 86 años de la dictadura perfecta, pero, ya se acabó.
Así, las elecciones del uno de julio sin duda marcan un hito en la historia de México. Los mexicanos salieron a emitir su voto sin distingos de credos religiosos, costumbres y tradiciones, como todos en uno y uno en todos, eso sí, con la misma intención y sin diferencias de sexo, riquezas, opulencia o bien, la pobreza de los que menos tienen, es decir no hubo barreras, pues ante las urnas todos somos iguales.
El proceso electoral, que fue el más grande y politizado en la historia de los mexicanos es el único factor de unidad en donde todos somos iguales, pues el voto razonado, diferenciado o el llamado útil, nos dio la certeza, que todos tenemos la misma esencia y espíritu de renovación y de mejorar la calidad de vida.
Lo mismo vale el voto del Presidente Peña Nieto, de los altos funcionarios, representantes populares, que el de los más harapientos, que comen hoy y no saben si van a comer mañana, por la pobreza que invade a la población, pero que decir, por un momento somos iguales, pero pasando el calor de las elecciones y una vez que se dan los resultados, ya no somos similares, y surgen las discrepancias y las jerarquías, pues los representantes populares electos al tomar posesión del cargo se elevan por encima de los gobernados e imponen sus criterios, sus absurdos y caen en la tentación de elevar impuestos, pero no solo eso, sino que caen en los escandalosos fraudes multimillonarios, en la corrupción y se llenan las bolsas de dinero y el pobre se vuelve más pobre.
En fin, es la lucha por el poder, pero salgamos de este marasmo, miremos adelante para discernir entre las responsabilidades, los gobernados y gobernantes en el supuesto de que tenemos que asumir la crítica constructiva, valiente y democrática para denunciar las irregularidades y la corrupción de los gobiernos rapaces.
En este caso, el vencedor en la contienda electoral, luego del resultado oficial de los órganos electorales, los mexicanos somos los que marcamos la pauta para hacer valer el derecho del voto emitido, pues antes que todo, esta primero el respeto a los derechos humanos, el derecho a la educación, a un salario digno, más y mejores empleos, a la seguridad y el rechazo a la violencia.
Desde luego que es urgente un cambio sustancial de vida que tendría que darse con una nueva estructura y esquema de la vida política nacional a través de un sistema democrático y por supuesto la alternancia en el poder para permitir la participación ciudadana como eje central de toda actividad gubernamental que debe instituir el debate como una forma de cambio profundo, siempre pensando en la equidad, la igualdad, la competencia y la concreción de oportunidades con la finalidad de acabar con los monopolios en manos de unos cuantos, agrupados en la mafia del poder.
Desde ahora se requiere poner las reglas claras de un nuevo sistema con la finalidad de desterrar las viejas y caducas estructuras que tienden a perpetuar el sistema económico neoliberal por encima de los intereses nacionales que tratan de acabar con los recursos naturales de los mexicanos, despojados de sus bienes a través de las privatizaciones que en esencia son el factor definitivo de la pobreza, la marginación, la violencia, inseguridad y la delincuencia organizada.
Se requiere, para ello, un nuevo proyecto de nación con nuevas formas de integración social, política y económica, que reviren los bajos índices de vida, por mejores opciones que brinden la plena libertad democrática y participación ciudadana, todo esto para marcar un límite a las barreras burocráticas del capitalismo que yace por encima de los intereses de la colectividad atosigada por el centralismo, la corrupción y la impunidad.
En estas condiciones, el nuevo presidente de la República Mexicana tiene que ser más político que tecnócrata, comprometido con el pueblo, no con los grupos del poder omnímodo que buscan saciar sus intereses mezquinos, sin importar el bien común, que quiérase o no es parte fundamental del desarrollo humano y cuenta mucho para la explotación racional de los bienes nacionales, como un patrimonio de las nuevas generaciones que requieren ser revitalizadas con nuevos principios y valores para el crecimiento de su autoestima tan necesaria en la creación de una sociedad más sólida y justa, por el bien común, fuera de la plutocracia.

Mario CASTELLANOS ALCAZAR

carloscastellanos52@hotmail.com

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