REMOLINO POLÍTICO
Diciembre 29 2017
Mario CASTELLANOS ALCAZAR
A unas horas de que termine el año 2017 existe un clima de expectación e incertidumbre. No es pesimismo, pero sí, los mexicanos que cabalgaron en la pobreza y la marginación resintieron una crisis severa por los efectos del gasolinazo, la devaluación del peso mexicano y el alza de los productos básicos alimenticios. La esperanza de 60 millones de habitantes que viven en la extrema pobreza es el año que entra en vigor el próximo lunes, primero de enero del 2018, que aunque no pinta bien la fe muere al último.
La familias oaxaqueñas tienen la fe y la esperanza de que vendrán tiempos mejores, pero no tan excelentes, porque es el fin del sexenio y todo parece que el proceso electoral para elegir al Presidente de México, senadores, diputados y presidencias municipales convulsionarán el ambiente político, económico y social, incluso para enero se espera otro gasolinazo que vendrá a encarecer las actividades básicas de las familias de bajos recursos económicos y todo redundará en más desempleos, inseguridad y violencia sin descartar un estallido social que de hecho ya impera, pero se recrudecerá en detrimento del bienestar de los menesterosos.
Todos son buenos deseos de quienes, pese a la crisis, no desmayan ni caen en la desesperanza, es decir son optimistas, se desean buenos augurios, felicitaciones, primero de Navidad y luego por al año nuevo que está en puerta. La cena de fin de año no se hará esperar, claro con restricciones en la familias proletarias a diferencia de los manjares de los poderosos económicamente, es decir de la clase pudiente y millonaria que todo lo recibirán con lujos fastuosos y ofensivos a los pobres que no tienen los alimentos seguros, comen hoy y no saben si van a comer mañana.
Son tiempos difíciles, pero no imposibles, para lo cual debe reinar la unidad, la solidaridad, la tolerancia, pero más que todo la austeridad para no gastar lo que no tienen, en referencia a los asalariados que ganan el mínimo de 80 pesos diarios que no alcanza para lo indispensable, sin embargo son tiempos de ingeniosidad y buena administración del gasto familiar, es decir, evitar lo suntuoso y lo superfluo que sería lo último para derrochar lo que no se tiene.
La situación es crítica, el tiempo no está para bollos, en tanto los gobernantes no tienen ninguna consideración para operar mejor el gasto público que garantice mejores condiciones de vida de los mexicanos, es decir continuarán los derroches de la administración pública, gastos suntuosos de los funcionarios estatales y federales, que en el sexenio que está por terminar hicieron gala de escandalosos fraudes multimillonarios que ascienden a un cuarto de billón de pesos algo así como 500 mil millones de pesos que se quedan en las bolsas de los gobiernos mexicanos, pese a que ahora se rasgan las vestiduras para santificarse y curarse en salud, demostrar presuntamente su honestidad y honradez que nunca la han tenido.
Eso sí, vienen tiempos difíciles que se cruzan con el proceso electoral que afectará la economía de los mexicanos, al que se destinarán 25 mil millones de pesos a nivel nacional que bien podrían servir para mejorar las condiciones de pobreza y marginación o bien para incrementar la educación , la salud y todos los servicios públicos a que tienen derecho los mexicanos ávidos de mejor la calidad de la educación y mejores servicios médicos a diferencia de los fastuosos gobiernos y funcionarios de alto nivel que nunca utilizan las pésimas atenciones del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS y del ISSSTE, que no tienen medicamentos y todo se va deteriorando en detrimento de la salud de los beneficiarios.
Solo hay una esperanza para salvar en parte el derecho a vivir mejor y en consecuencia asegurar el futuro de las nuevas generaciones, esto es salir a votar por los representantes populares, desde el Presidente de México, senadores, diputados y presidentes municipales, procurando que estos sean los mejores elementos, que combatan la corrupción lacerante que agobia a los mexicanos, pues no sufragar por el partido y los candidatos de mejor calidad, de lo peor lo mejor, en cumplimiento con un deber cívico para tener derecho a protestar por las mejores promesas hechas por los abanderados en campaña electoral.
No ir a las urnas sería conservar el mismo régimen corrupto y saqueador de los recursos públicos. Es el momento de decidir por más de lo mismo o por un cambio estructural de las políticas de mejoramiento de la economía nacional, o los mexicanos continuarán con el mismo modelo neoliberal que significa hacer más rico a los empoderados que día con día se adueñan de la riqueza de los mexicanos al convertirse en dueños de los recursos naturales como el petróleo y la privatización de los bienes y servicios.
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