El pasado mes de julio, artesanas de la comunidad de Aguacatenango, en el municipio de Venustiano Carranza, Chiapas, denunciaron que la marca de ropa Zara plagió sus bordados y los integró a los diseños de sus prendas.
En redes sociales, comenzaron a circular fotografías donde la similitud de los bordados se hacía evidente, y las artesanas manifestaban su molestia por la comercialización de su bordado tradicional sin retribuirles la originalidad a las artesanas mexicanas.
Ante ello, la ONG Impacto acudió en auxilio de las artesanas y las ayudó a presentar una denuncia por uno de los bordados de la marca de ropa.
María Méndez, artesana chiapaneca, asegura que para las comunidades indígenas los bordados son un símbolo de su identidad, por lo que el plagio “es una falta de respeto porque esos bordados son de nuestros ancestros, que nos enseñaron nuestros abuelos cuando fuimos creciendo y así de generación en generación. Es una tradición, no es justo que la copien”.
No es la primera vez que una marca internacional es denunciada por plagiar bordados tradicionales, afectando económicamente a las comunidades.
El trabajo textil de las mujeres de Aguacatenando es de suma importancia ya que es su principal fuente de sustento. En dicha comunidad, 8 de cada 10 personas se encuentran en situación de pobreza y debido a que la agricultura no es suficiente para subsistir, deben apoyarse de la venta de prendas que ellas mismas bordan.
“El plagio nos afecta bastante porque la gente ya no nos compra a nosotras porque lo pueden encontrar en una tienda o ya nos dicen que son parecidos. Perdemos ese beneficio, que es nuestro principal sustento en el hogar”, argumenta María.
La diferencia entre los bordados de las artesanas de Aguacatenando y los vendidos por la marca Zara es que los primero son hechos a mano y que tardan alrededor de una semana en ser terminados; mientras que los bordados comerciales se hacen con ayuda de maquinaria, por lo que son terminados en minutos.
También la diferencia de precios es significativa: un bordado hecho a mano cuesta cerca de 400 pesos, mientras que una prenda de marca con estos bordados está en las tiendas con un rango de 599 hasta 999 pesos.
Adriana Aguerrebere, directora de Impacto, denuncia que “hay una protección al patrimonio individual con los derechos de autor, pero no al patrimonio colectivo que lleva cientos de años. La legislación no las protege porque no hay una organización colectiva que pueda hacer vinculante una ley y las autoridades no atienden estos casos”.