Los sacerdotes sufren un deterioro físico y sicológico, y religiosas extranjeras han tenido que dejar el país
CIUDAD DE MÉXICO.
Los obispos venezolanos realizan desde la semana pasada la tradicional visita Ad Limina Apostolorum al papa Francisco. La última vez que viajaron al Vaticano fue en 2009 para ver al entonces papa Benedicto XVI, y ahora regresan en pleno cuando Venezuela se encuentra en la peor crisis global de su historia.
El presidente del Episcopado y arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala, dijo a Grupo Imagen que durante esta visita buscarán explicar la realidad que vive el pueblo venezolano y la Iglesia en este difícil contexto. La situación será el tema central del encuentro de mañana entre el Episcopado y el papa Francisco.
En Venezuela “todo está en crisis porque han impuesto un modelo político distinto al que está presente en la Constitución Nacional. Un modelo que aunque ha entrado por vía electoral, en el ejercicio del poder se ha desvirtuado y ha colocado a la persona humana como un simple medio para lograr imponer una ideología llamada revolucionaria socialista. En esta ideología el ser humano no es el centro de interés, sino un medio, un esclavo de ella, está ahí y existe para lograr implementarla. Esto, como ya lo dije, desvirtúa totalmente la dignidad de la persona humana”, afirmó Azuaje Ayala.
Esta imposición o cambio de modelo político ha llevado a Venezuela a vivir la crisis más grave de su historia, con el quiebre del sector productivo del país y una economía en hiperinflación que ha impulsado a la migración forzada de unos 2,3 millones de venezolanos hasta junio, de acuerdo a las estadísticas de la ONU.
“Ya desde el anuncio de las recientes medidas económicas, muchas empresas, muchos comercios cerraron sus puertas. La inflación es galopante e incluso la compra de materia prima se hace imposible por falta de divisas. Por ende, los comerciantes se encuentran ahogados y el sector industrial ha perdido sus posibilidades de operar”, explicó el prelado.
Denunció además que los venezolanos sufren una grave falta de servicios públicos. “En toda Venezuela hay crisis energética, además hay falta de luz eléctrica, de agua potable, de transporte público y el sector salud está inoperante. En el Zulia tenemos apagones a cualquier hora, apagones que duran entre 14, 24 y 48 horas”. Esta región, por ejemplo, siendo una de las más importantes del país, ha perdido su capacidad de desarrollo.
Se quedan sin religiosos
La crisis también ha afectado gravemente a la Iglesia venezolana. “No hay recursos, lamentablemente los sectores educativo y de salud que tiene bajo su responsabilidad la Iglesia, han sufrido un colapso con estas medidas. Nosotros no estamos en contra del aumento salarial, estamos en contra de una política económica enferma, que no produce nada, que ni siquiera el gobierno tiene posibilidades de cumplir con el aumento salarial”, dijo.
El presidente del Episcopado enfatizó que en Venezuela “los pobres ayudan a los pobres”. Por ende, explicó que, “con la reconversión monetaria y el aumento salarial, sin una estructura económica favorable, no hay posibilidad de avanzar en el servicio del pueblo como quisieran. Hay muchas limitaciones. Son cuestiones bien delicadas y bien gruesas que tenemos que resolver”.
Pero el problema no sólo es económico. El arzobispo indicó que la labor pastoral en Venezuela ha sufrido un grave deterioro a consecuencia del éxodo de los venezolanos, que ha roto las estructuras de los equipos de apostolado y pastorales.
“Estamos notando el deterioro físico y sicológico de nuestros agentes de pastorales. Sacerdotes que se encuentran con problemas de salud; órdenes religiosas que han tenido que trasladarse a sus países de origen, trayendo como consecuencia la desatención de las comunidades parroquiales, al no haber un relevo a corto plazo. Comunidades religiosas femeninas, específicamente colombianas y españolas, que han tenido que irse por problemas de salud (por la falta de medicamentos) o porque el gobierno no les renueva la visa y no tienen permiso para estar en el país. Esto implica que se abandonen importantes obras de educación y de salud, obras misioneras”, dijo.
Para el arzobispo de Maracaibo lo más grave es la desmoralización que sufren los venezolanos. “En Venezuela se vive en conflicto permanentemente. Esto hace que aquella persona que a lo mejor estaba recobrando sus fuerzas vuelva a caer. Las colas inmensas para echar gasolina o para comprar cualquier producto es una falta de respeto a la dignidad humana. No podemos pensar que es algo fortuito, esto es algo planificado y desgraciadamente está dando resultados. Pero dentro de este panorama, existe un resurgir del ámbito religioso, la gente se está aferrando a Dios a través de la Virgen, porque Dios no se ha ido de Venezuela, Dios está aquí con nosotros, sufriendo con el que sufre, actuando con el que actúa. Es bueno que los venezolanos nos preguntemos si somos felices con la situación que tenemos. De nuestra respuesta, dependerá la reacción que tomemos”, concluyó.
MARINELLYS TREMAMUNNO/EXCELSIOR