Nacional

Guarderías: todas pierden; padecen por falta de actividad

  • Las madres trabajadoras no pueden dejar a sus niños en las estancias para poder buscar el sustento; las dueñas no pueden abrir formalmente, no tienen ingresos y recortan sueldos o despiden gente; empleadas, en la incertidumbre

CIUDAD DE MÉXICO.

Son casi las nueve de la mañana en una colonia popular de la alcaldía Gustavo A. Madero; Alondra (cuyo nombre real ha sido cambiado) camina llevando de la mano a su hijo de dos años, tocan en un portón blanco, una maestra abre la puerta, hay un tapete sanitizante para niños, le toman la temperatura antes de aceptarlo, el pequeño lleva cubrebocas pues es otra de las condiciones para ingresar.

Alondra está consciente que la estancia infantil donde está dejando a su hijo debe estar cerrada; sin embargo, ella misma pidió a la directora que cuide a su hijo.

“Si yo estoy en casa no tengo para comer, no tengo para solventar los gastos de mi hijo, entonces yo tengo que salir a buscar el sustento, y sí, a mí sí me interesa y si me vería muy beneficiada de que sigan laborando las estancias, digo, yo sé que hay mucha situación difícil ahorita por el contagio, pero yo creo que, si tomamos nuestras medidas como debemos de tomarlas, con cubrebocas, con caretas, con sanitizantes, pues yo creo que eso nos ayudaría mucho.

La estancia en la que está inscrito su hijo es una de las nueve mil 582 que eran beneficiarias de la extinta Secretaría de Desarrollo Social hasta el pasado primero de marzo de 2019, cuando les fue cancelado el recurso que recibían las dueñas para el cuidado de niños de madres trabajadoras.

Alondra es madre soltera, dedicada al comercio informal, tiene un puesto de comida afuera del Centro Médico Nacional La Raza, y esta semana cumplirá un mes de haber vuelto a abrir, no puede tener a su hijo ahí, sobre todo estando cerca de uno de los hospitales prioritarios donde se atiende a pacientes con coronavirus.

“Anduve buscando una persona que pudiera cuidarme a mi hijo, y, pues, en realidad no conseguí a nadie, entonces pregunté cuándo iban a empezar las actividades, porque, te vuelvo a repetir, ya me urgía mucho, porque ya no tenía, dinero, leche, pañales;  no podemos ahora sí que vivir nada más del aire. Ya posteriormente me dijo la miss (directora) que iba a ver la manera de cómo se iban a iniciar las clases”.

Nora (su nombre real ha sido modificado) es otra de las madres que lleva a su hija a la misma estancia que Alondra, también le pidió a la directora recibir a su pequeña que ya cumplió tres años. Antes de la pandemia Nora tenía dos trabajos, en una clínica sicológica y en una farmacia; tuvo que renunciar al primero que era en el turno matutino.

“Yo le dije a la maestra, apenas la semana pasada, no tiene mucho porque yo también tengo miedo de traerla, pero y entonces cómo se van a pagar los gastos, cómo voy a pagar la luz, el gas, o sea yo tenía un dinero ahorrado pero todo, todo se está acabando; entonces pues esto es necesario, no porque uno quiera sino por la necesidad económica”.

Sin prestaciones de seguridad social ambas madres tampoco encuentran utilidad en el anuncio del regreso a clases de nivel básico anunciado por el secretario de Educación Pública para el próximo 24 de agosto. No pueden esperar más, aunque la estancia pudiera ser sancionada por estar prestando servicios, es la única respuesta que han encontrado a su pregunta: ¿Quién cuidará a los niños?

“Es muy necesario que las estancias estén abiertas porque eso te permite laborar y si laboras tienes dinero, y si tienes dinero pues vives y todos estamos aquí tratando de sobrevivir y pagar los gastos, no es ni siquiera un asunto escolar, es un asunto de sobrevivencia para todas las familias que dependemos de alguna manera de las sustancias”.

SIN CLARIDAD

A pesar de que las estancias infantiles se encuentran enlistadas dentro de las actividades esenciales en el Acuerdo de medidas para mitigar los riesgos por covid-19, no tienen claro en qué momento pueden reanudar actividades, pues no saben si esa determinación alcanza sólo para las estancias del IMSS y el ISSSTE.

Nancy, maestra de estancia infantil en la alcaldía Gustavo A. Madero, dice que no ha sido fácil sobrevivir la cuarentena. Cuando los niños dejaron de ir, la directora del plantel les redujo el salario a la mitad para poder mantenerlas. Conforme se alargó la Jornada Nacional de Sana Distancia el pago se hizo insostenible y entonces tuvieron que cambiar de giro temporalmente.

“La directora nos dio la iniciativa de aquí en el kínder vender comida corrida a domicilio, entonces eso nos ha ayudado para poder solventar y sacar los gastos que nosotras también tenemos”.

Al principio las comidas se vendían bien, pero conforme ha avanzado la nueva normalidad y los negocios de comida han regresado a sus actividades, sus ventas han bajado y puesto de nuevo en jaque el sueldo de Nancy y una compañera más que aún quedan en la estancia.

“Estamos en espera de que le den las instrucciones a la directora de poder abrir, porque pues sí sabemos que a lo mejor puede ser por línea y a la mejor a los niños de kínder por ahí nosotros podemos impartir las clases; pero los niños que son de guardería pues cómo, si lo que necesitan las mamás es que los cuidamos aquí”.

La estancia donde trabaja Nancy está preparada para cuando se reanuden las actividades, el espacio se ha mantenido porque la directora es propietaria del inmueble, pero no todas las encargadas de estancias tienen la misma suerte.

En la esquina de Ocotlán y Villa de Ayala se estaciona una camioneta Mercury, modelo Mariner 2005, de ella desciende Alejandra Tagle Monroy, quien fue responsable de una estancia infantil durante 13 años hasta abril de 2020.

“Mi estancia se llamaba Mis pequeños angelitos están aquí, ubicada en la colonia San Felipe de Jesús, en la alcaldía Gustavo A. Madero;  tenía una capacidad de 60 niños y nos vimos en la necesidad de cerrar”.

Por un lado fueron los padres de familia que se quedaron desempleados y se vieron obligados a sacar a sus hijos al no poder pagar. “Yo pagaba renta y esa fue mi más grande necesidad por la cual tuve que cerrar; espero que pronto podamos volver a ingresar, volver a recuperar todo esto perdido”.

Desde que cerró se dedica a la venta de tacos de guisado en la cajuela de su Mercury los lunes, miércoles y viernes; la acompaña María del Rosario, una de las asistentes de cuidado de su estancia. El coronavirus fue para ellas un golpe mortal, el segundo después del retiro del apoyo del gobierno federal.

“Veníamos arrastrando el golpe tan fuerte que nos pegó la Secretaría del Bienestar, apenas lo estábamos asimilando, cuando de repente nos llega el coronavirus a entonces los dos, la verdad, para nosotros fueron desgarradores”.

Las dueñas de las estancias se están empezando a organizar en grupos, quieren alzar la voz sin molestar al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero tienen miedo, porque la última vez terminaron quedándose sin subsidio.

“¿Quién cuidará a los niños?, nosotros aquí estamos, para cuando quieran aquí estamos y no nos vamos a rendir, no nos vamos a rendir y creo que vamos a salir adelante”, dice Alejandra, antes de continuar al siguiente punto con su puesto itinerante.

Información: Excélsior

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