NÉSTOR YURI SÁNCHEZ
El baño de sangre en que la violencia criminal nos ahoga oculta otras cifras graves que, igualmente, al gobierno no le gusta que les pongamos atención para no echar más ácido en la herida abierta por su incompetencia en el ejercicio del poder.
No hay día que no lea en los medios locales de algún motociclista muerto en algún lugar de la geografía estatal. Este fenómeno no se limita a nuestro estado, pero hablemos solo de Oaxaca porque aquí vivimos. La muerte viaja en motocicleta en dos sentidos. Por un lado, los que mueren en accidentes de tráfico, por otro, los sicarios que desde sus motocicletas cometen asesinatos.
Oaxaca ocupa el lugar 31 en casi todo: en economía, en salud o en educación, pero ocupamos el 6º lugar nacional por el número de motocicletas circulando. Debe haber varias explicaciones para esta proliferación de medio de transporte. Sí por un lado tenemos que es más barata una moto que un auto, también es cierto que los continuos bloqueos de calles y carreteras nos han obligado a buscarlas como respuesta a la falta de movilidad.
De acuerdo con estadísticas de las aseguradoras, un motociclista tiene 28% más de probabilidad de morir en un accidente y las causas principales son el exceso de velocidad, manejar alcoholizado o drogado o carecer de las habilidades para operar estos vehículos. Las consecuencias, además de los daños materiales, son perder la vida, una extremidad, quedar paralítico o traumas y fracturas, lo que nos lleva al daño económico tanto al patrimonio ajeno como al del motociclista. En fin.
¿Quién es responsable? La respuesta inmediata es que debe ser el propio motociclista. Todos nos hemos encontrado con ellos manejando como locos por las calles, banquetas y vías prohibidas, rebasando por la derecha, pasando los altos de los semáforos, circulando en sentido contrario y cometiendo toda clase de faltas no solo a los reglamentos de tránsito sino al mismo sentido común y también a lo que deberías ser básico, al instinto de supervivencia.
Pero hay alguien que tiene más responsabilidad y es el Estado, máxime cuando el gobierno que representa a ese Estado es una administración que ve en los vehículos una forma de recaudar dinero, es decir, ejercer solo una política fiscal punitiva para las arcas del gobierno y una agresiva corrupción para llenar las carteras de los policías y los funcionarios. La política pública recaudatoria que padecemos solo ve al ciudadano como una fábrica de dinero y no como una persona a la que debe servir y proteger.
El Estado es responsable del pésimo servicio de transporte público que tenemos. En Oaxaca ni un sistema tipo Metrobús se ha podido echar a andar. Todo el transporte está en manos de mafias en las que participan funcionarios. El Estado es responsable de expedir leyes y reglamentos que son incapaces de hacer cumplir y cuyas cláusulas sirven solo como medio para obtener jugosas mordidas como lo vemos con los inconstitucionales “operativos” en manada de la policía vial que de nada sirven, excepto para morder.
El Estado es el responsable de emitir las licencias para que todos los “licenciados” en manejo de vehículos puedan ejercer ese derecho sin haber demostrado que poseen los conocimientos y las habilidades para hacerlo. Al gobierno no le importa que sepas manejar o no, que conozcas los reglamentos o no, solo le importa que le pagues y punto.
No tengo a nadie cercano a quien llorar por un accidente en motocicleta, pero no por ello debo guardar silencio ante un problema en continuo aumento. La irresponsabilidad de la autoridad aumenta como la irresponsabilidad de los motociclistas. El modelo recaudatorio tolera toda esta clase de conductas temerarias porque gira solo en torno al dinero que pueda levantar. La ley y los reglamentos los aplican cuando el niño ya se ahogó para cobrar multas, grúas, corralones y demás abusos del gobierno.
Como le gusta corear a tantos agitadores: fue el Estado. Si, el dramático aumento de muertes es responsabilidad de quienes deberían estar para servir y prevenir en lugar de esperar para morder. La Secretaría de Movilidad es un florero.
Para agravar la situación, la conducta de los jóvenes está influida más por las películas de Hollywood o los videojuegos que por la realidad. Emular actos que ven en el cine es todo un reto que los lleva a comprometer su vida en tarugadas. Tenemos muchas historias de personas que han muerto o se han lastimado por cumplir los famosos “retos virales” que circulan por las redes. Si carecen del básico instinto de supervivencia no esperemos que alcancen el mínimo del sentido común. La solución deberá ser tan compleja como el problema y será a mediano y largo plazo. Lo que no debemos hacer es cerrar los ojos.
LINCHAMIENTO.
La apatía de la Fiscalía de Guerrero ante el secuestro y muerte de la niña Camila provocaron uno de los linchamientos más brutales transmitido en vivo. El gobierno debería ver que estamos hartos.
néstoryuri@yahoo.com
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