Internacional

SE HAN ROBADO DISEÑOS DE INDÍGENAS LAS MARCAS GLOBALES

 

La falta de recursos económicos y legales no permite a los artesanos indígenas mexicanos proteger su propiedad Intelectual o Cultural para llevar a los tribunales a las marcas de renombre que les roban sus creaciones, están desamparados.

 

El plagio o robo de diseños de ropa y artesanías, como le llaman los artesanos indígenas afectados, se ha dado en ocho marcas de ropa, incluso internacionales, plagiaron diseños de comunidades indígenas de Oaxaca, Chiapas e Hidalgo, entre 2012 y 2017.
Las marcas van desde la marca estadounidense Madewell, la española Zara o la mexicana Pineda Covalín que han reproducido brocados tradicionales de comunidades de México.
No es una pasarela de París o Milán, pero la industria de la moda se ha fijado en la originalidad de sus vestimentas.

Por los pedregosos caminos de Aguacatenango, un humilde poblado de Chiapas, desfilan a pasos cortos mujeres indígenas luciendo coloridas prendas tejidas por ellas mismas.

Algunos de esos estampados son similares a los que vende la marca española Zara. Las artesanas, junto a la ONG Impacto, denuncian el reciente “plagio” de uno de sus bordados tradicionales por parte de la firma de ropa.
“Hace dos años vinieron unos chinos, nos exigieron mucho trabajo, nos pagaron muy poco, vinieron solo dos veces y ya no aparecieron más”, apunta a eldiario.es una de las tejedoras, María Méndez, sobre la que es su principal hipótesis del origen del plagio denunciado, aunque también apuntan que podrían haberlo “robado” de imágenes en redes sociales.
Los efectos, denuncian, son dañinos para la frágil economía de la comunidad. “Nos afecta bastante porque la gente ya no nos compra a nosotras porque lo pueden encontrar en una tienda o ya nos dicen que son parecidos.

Perdemos ese beneficio, que es nuestro principal sustento en el hogar”, cuenta María, de 39 años y madre de siete hijos.
Otro caso es el de la prestigiosa marca de diseñador DIOR ha llamado la atención tras exhibir un bolso con motivos mexicanos en la semana de la moda de París, el asunto es que ni pidió permiso, ni hubo mexicanos involucrados en la elaboración del mismo, pues fue hecho en Italia.
Pero no solo señalan las consecuencias sobre su economía. Los dibujos representan la manera de ver el mundo de la comunidad y son un símbolo de identidad que todavía hoy visten. “Es una falta de respeto porque esos bordados son de nuestros ancestros, que nos enseñaron nuestros abuelos cuando fuimos creciendo, y así de generación en generación. Es una tradición, no es justo que la copien”, asegura en un esforzado castellano.
Con mucha dedicación, María puede producir cuatro prendas al mes por las que obtendrá cerca de 400 pesos (unos 18 euros): siete veces menos el salario mínimo en México. Mientras la blusa de Zara se tarda en fabricar con máquinas unos pocos minutos y cuesta 599 pesos mexicanos (unos 27 euros).

Las artesanas de Aguacatenango tardan más de 50 horas en tejer esa misma prenda y deben malvenderla, dicen, en 200 pesos, unos 9 euros. Contactadas por eldiario.es, fuentes del grupo Inditex indican que “no van a hacer comentarios” sobre este asunto.
El pasado octubre, publicaron en Instagram la imagen de una prenda de la marca estadounidense Santa Marguerite para advertir de que fue copiada de un huipil [tipo de camisa] de San Juan Cancuc, otra comunidad chiapaneca.

La empresa acusó a Impacto de usar una fotografía con derechos de autor y forzó a que Instagram cerrase la cuenta de la organización, que contaba con más de 40 mil seguidores. Lejos de bajar los brazos, Impacto empezó de cero con el nuevo hashtag y la cuenta @viernestradicional, una campaña para que la gente publique cada viernes sus ejemplos de auténticas ropas de pueblos originarios.

Casos como estos hay muchos y que han sido denunciados en varios medios de comunicación locales, nacionales e incluso internacionales, la falta de recursos económicos y legales no permite a los artesanos indígenas mexicanos a proteger su propiedad Intelectual y Cultural o llevar a los tribunales a las marcas de renombre que les roban sus creaciones, están desamparados.

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