COLUMNAS

¿Seremos paraíso de qué? ¿De la inversión? Seriedad, por favor

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

Una de las desventajas de designar a los altos funcionarios con tanta anticipación es, sin duda, darnos cuenta de los desfiguros que, de manera cotidiana, exhiben aquellos en los tiempos que corren. Cada uno de los eventuales funcionarios no quiere, a estas alturas, quedarse atrás del que tuvo más atención mediática. ¿Cómo destacarían sobre aquél o aquélla? Utilizando lo único que tienen hoy: Choros mareadores.

De pena ajena las promesas de lo que será el Presupuesto de Egresos de la Federación o la risible afirmación de que México será el paraíso de la inversión y por allá, ¿por qué habría de negárnoslo?, el permiso de la ONU para la siembra de amapola. (¿Y el Congreso? ¿Acaso no es el Poder Legislativo el que debe legislar para algo así?).

Lo más sorprendente de lo que vemos de esa diarrea verbal donde todos parecen estar sueltos de la lengua es que estamos ante un kínder donde, como dije hace unas semanas, estos niños viejos —pero muy viejos— en vez de jugar a las comiditas, juegan al gobiernito.

¿Para eso les ha servido este larguísimo periodo de espera? ¿Para la chacota y declaraciones sin sustento alguno? Sin embargo, la realidad se ha hecho presente y ya hoy, por ejemplo, algunos de los eventuales funcionarios hablan abiertamente de la realidad a enfrentar: No habrá recursos suficientes para tanta promesa incumplible, menos para tanta ocurrencia y desatino.

Por otra parte, la ópera bufa en la que ha convertido el tema del NAIM ya ha empezado a generar reacciones de entidades que ven con preocupación el rosario interminable de declaraciones encontradas, las cuales, a querer y no, envían un mensaje negativo a todos por igual. Expertos en todo van y vienen, y lo que hoy dice un eventual funcionario que parece encontrarse en los años de las reglas de cálculo es opuesto a lo que después declara López, o a la inversa.

Comentario aparte merece el sainete de la consulta, la cual no se sabe si será popular, ciudadana o quedará en unas cuantas urnas en dos o tres parques, y ya estuvo: El pueblo sabio habría dado su veredicto. Ni en Zimbabue con el licenciado Mugabe se presentaban estos espectáculos, indignos de un país bananero como ése. ¿Acaso no se han dado cuenta que México es la economía 15 del mundo y eso, lo entiendan o no, implica una responsabilidad y una imagen que hay que cuidar?

Falta un largo trecho por recorrer de aquí a la toma de posesión; 95 días es demasiado tiempo para lograr mantener en silencio a un grupo variopinto de sedicentes académicos convertidos, por la gracia del poder casi omnímodo de López, en funcionarios experimentados y capaces que adquirirán, en unas cuantas semanas, eso de lo que hoy carecen casi todos ellos: Oficio político.

Por otra parte, las noticias en el frente económico, lejos de generar optimismo frente a lo que viene, producen lo opuesto; el reporte reciente del Inegi del comportamiento del PIB durante el segundo trimestre del año no deja espacio para el optimismo. Al mismo tiempo, la situación que parece complicarse cada día en EU para el presidente Donald Trump y su gobierno envía para México —y el próximo gobierno— un mensaje francamente pesimista.

Mientras eso se da, la realidad sigue imbatible, haciendo que quien prometió tanto y tan disparatado deba recular. La prueba más reciente fue, a querer y no, la nueva posición de quien se burló durante meses de las Fuerzas Armadas y sus altos mandos. Sus bravatas y acusaciones sin fundamento exhibieron, otra vez, al lenguaraz (deslenguado, atrevido en el hablar) de siempre. ¿Ya olvidamos el ¡Cállate, chachalaca!?

¿Podríamos a estas alturas del proceso de entrega-recepción esperar un poco de seriedad? Sé que es mucho pedirles, ¿pero, por qué no hacen un esfuerzo para al menos parecer, funcionarios serios? No pido imposibles; no pido que lo sean, sólo que parezcan.

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