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Don Agustín García… una vida trabajando con la muerte en Zaachila

* En este oficio se ve de todo, aprendes a valorar: cuando la vida se acaba, sólo te llevas los recuerdos, ni dinero de posesiones, dice don Agustín García Martínez

Durante estos días pasados: la muerte y el inframundo, rompieron esa delgada línea impermisible entre el plano de los vivos y las ánimas del más allá. El culto y festejo a la muerte, es una particularidad de nuestra idiosincrasia mexicana, que en noviembre se manifiesta con expresiones diversas.

Sin embargo, hay personas que durante todo el año tienen relación con el fin de la existencia, ya sea por su trabajo o por el destino. Un ejemplo es el señor Agustín García, quien antes de dedicarse a los servicios funerarios, se desempeñó como cohetero, comerciante, mesero y hasta tuvo concesiones de transporte público.

“EN ESTE OFICIO SE VE DE TODO”

“Pelea de los familiares, o gente que no tiene dinero para el entierro, difuntos que son velados solos, aunque hayan sido gente importante, de todo se ve en este oficio”, señala don Agustín.

“Curioso que a veces un borrachito, es velado por muchas personas, porque en vida fue amable, y fue estimado por la gente”, explica mientras camina  con el pasado cansado y busca unos cerillos, entonces comenta:

“Cuando la vida se acaba sólo te llevas los recuerdos, no hay cabida para el dinero ni lo material”, dice don Agustín, mientras prende una veladora a la imagen de Jesucristo,  en las instalaciones de su negocio “Funerales García”.

Este hombre antes de sus 30 años, hizo dinero, “una fortuna”, como él recuerda, sin embargo, cosas de la vida y del infortunio, lo perdió todo y sin imaginarlo, encontró en las funerarias, la oportunidad de volver a levantarse.

Hoy con 78 años de edad es un adulto mayor lúcido, independiente, que ha enterrado a todos sus amigos y a muchos familiares; “trabajo con la muerte, pero no me quiere llevar todavía”, comenta entre las risas espontáneas que lo caracterizan.

Nació caminado con el siglo pasado, un 12 de marzo de 1940 en el Barrio de San José, Villa de Zaachila, poco antes de cumplir 30 años, lo embargaron porque no tuvo suerte con su negocio de transportes, regresó a casa de sus padres y aún recuerda con cierto dolor,  cómo un hermano suyo llegó  humillarlo por haber vuelto, por haber quedado en la ruina, se sentía perdido.

Entonces, de tener casi todo en su comunidad, fue a buscar trabajo a la ciudad de Oaxaca, la cual en ese entonces- por la década de los 60- no se encontraba tan accesible como hoy día, por un amigo de aquellos años se afilió al Sindicato de Meseros, y trabajaba en este giro en el restaurante de un hotel ubicado sobre la Avenida Independencia.

“Todos los días iba a descansar al restaurante doña Guadalupe, quien era la que forraba los ataúdes para la funeraria Núñez Banuet, nos conocimos y en una oportunidad me ayudó a trabajar en esa empresa, así empecé en este negocio”, relató.

Pasado el tiempo, aprendió a hacer los ataúdes, forrarlos y se decidió a emprender su negocio sobre este giro en su natal Zaachila, “Esta es la casa de las personas que tienen luto, nos conocen porque a veces la muerte llega repentina y la familia del difunto no tiene dinero para un gasto de ese tamaño, yo no les niego el servicio, y me han ido pagando”, nos dice.

Un ataúd blanco es la caja ideal para los difuntos que fueron niños, o una persona que aunque mayor fue soltera y nunca se casó, el color gris zafiro se usa para el muerto que en vida fue serio y respetado, un mayordomo puede ser, aunque no es oficial el color del ataúd si hay familiares que escogen o bien gente que se compra en vida su cajón, relata.

Cuando empezó en esto y tenía juventud, don Agustín llegó a fabricar hasta 18 ataúdes semanalmente, con madera que era transportada en tren, esto por los años 80. Hoy él ya no puede fabricar, solo escoge las telas y busca proveedores.

Se enorgullece al platicar que en su ramo ha sido innovador en cuanto a la prestación del servicio que su empresa brinda, por ejemplo, “Funerales García” cuenta con  cruces funerarias y las imágenes de Jesús, diferentes a otros lugares, pues personalizan éstas y en el caso de la imagen de cristo crucificado agregan tela al cendal, (la vestimenta) que la imagen trae.

Agustín, un hombre que trabaja con relación a la muerte, aunque ésta, pareciera tener una tregua con él, ya que a dos años de cumplir 80, sigue activo y ha dejado un legado familiar en este ramo de negocio.

Así es la historia de un zaachileño y su cotidiana relación con la muerte y los sentimientos que de esto surgen, que en su ocupación ha aprendido muchas cosas cuando llega el fin de la existencia humana, y eso lo ha convertido en un hombre respetado, sabio, y prudente.

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