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Inclusión financiera en México, ¿qué tan grande es el desafío?

CIUDAD DE MÉXICO.- En la actualidad, los servicios financieros que ofrecen los bancos se benefician de las nuevas tendencias en aplicaciones móviles. Éstas impulsan a su vez la aparición de nuevos operadores en la cadena de valor. Desde mecanismos para simplificar el pago de ventas en línea al crowdfunding o la obtención de capital, las apps promueven mayores niveles de adaptación, favoreciendo la inclusión financiera con fines sociales o de mercado.

En ese sentido, los avances tecnológicos permiten a las instituciones financieras aumentar su flexibilidad y decidir en qué medida los servicios bancarios pueden ser realizados por un tercero. De esta forma, pueden centrarse en lo que consideran esencial, imprescindible o estratégico, y confiar actividades como el diseño, la administración o las ventas a empresas que no forman parte del sistema financiero mexicano. Estos cambios se han convertido en un catalizador de los niveles de acceso bancario y no bancario, posibilitando la participación de nuevos intermediarios tecnológicos.

Por ello, considerar esta nueva realidad será fundamental para laPolítica Nacional de Inclusión Financiera de México, que busca un sistema financiero integrado basado en seis puntos clave:

1) fomento del conocimiento para un uso efectivo y responsable del sistema

2) implementación de innovaciones tecnológicas que impulsen la inclusión

3) desarrollo de la infraestructura financiera en áreas no cubiertas

4) mayor acceso y empleo de los servicios financieros formales entre la población excluida

5) mayor confianza en el sistema financiero a través de mecanismos de protección del consumidor

6) generación de datos y mediciones para evaluar los esfuerzos de inclusión del sector.

Inclusión financiera, ¿qué tan grande es el desafío?

Si bien de 2012 a 2015 la población que tenía acceso a algún tipo de crédito, ahorro o producto de seguro, aumentó de 56 % a 68 % en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (2015), 42.6 millones de adultos no tienen cuenta en el sistema financiero nacional mientras que 11 millones decidieron dejar de ser parte del sistema y 31.6 millones nunca lo usaron.

De los 11 millones de usuarios antiguos, 50 % canceló sus cuentas debido a que dejaron de trabajar y no fueron necesarias para recibir su salario; el 10 % registró una mala experiencia con las instituciones financieras; otro 10 % no utilizaba sus cuentas y un 5 % no pudo alcanzar el saldo mínimo requerido. Los datos son inequívocos: más de 24 millones de adultos no gozan de un producto financiero, aunque en 2012 la cifra era de más de 30 millones.

Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la educación financiera y la inclusión sustentan el desarrollo social del país y ayudan a incluir a las personas con menos recursos en los beneficios de la economía de mercado. Por ello, es necesario consolidar los objetivos de la reforma financiera para lograr un sistema inclusivo con mayor capacidad de penetración, a fin de brindar mejores productos y servicios a toda la población.

La tecnología, un factor disruptivo

La simplificación de los servicios bancarios entraña diferentes retos para el sector tecnofinanciero (fintech). Esta industria se basa en la oferta digital de servicios al cliente mientras que las instituciones financieras producen servicios bancarios, lo que representa una innovación sin precedentes. Es decir, un tercero trata con el cliente a través de una tarjeta de débito o de crédito, sin obtener, prestar o proteger necesariamente los valores, ya que solo proporciona la tecnología para la interacción entre los éstos y el banco. Los clientes no tienen por qué identificar la compañía, únicamente reconocen la marca que responde a las solicitudes a través de sus dispositivos móviles.

Como beneficio, los usuarios reciben la conveniencia de múltiples productos financieros consolidados a través de un solo operador, que tratará de ser más transparente y menos costoso, ofreciendo una combinación de productos que pueden provenir de diferentes instituciones financieras, bancarias o no bancarias.

Desde un punto de vista regulatorio, para los nuevos jugadores es más fácil operar porque los costos de implementación de una estructura bancaria son absorbidos por las instituciones financieras bancarias. También es más fácil crear estas nuevas empresas porque no tienen que cumplir con los requisitos legales ni contar con la solidez de su experiencia, ni tampoco mostrar los niveles legales de capitalización obligatoria para abordar la liquidez de las instituciones. Es así como los nuevos proveedores entran en la cadena de valor de los servicios bancarios sin constituirse como banco, y la cooperación entre ambas instituciones es benéfica para la experiencia del cliente.

Adicional a la tecnología y a la penetración bancaria, otro factor de cambio es la creciente interconectividad entre las industrias, que permite mejorar la comunicación entre los proveedores de servicios bancarios y los clientes que no tienen que visitar una sucursal bancaria. Además, pueden generarse enormes cantidades de datos que contribuyen a la comprensión de las actividades de los consumidores, reduciendo los obstáculos de acceso al crédito.

Un ejemplo de ello es la alianza entre líneas aéreas y los grupos financieros que permite a los clientes solicitar durante un vuelo una tarjeta de crédito o un producto financiero diseñado exclusivamente para ellos. A través de éstos, promueven paquetes personalizados, combinando beneficios y gratificaciones por medio de compras y viajes con el propósito de otorgar membresías. Por su parte, los asistentes de vuelo entregan la solicitud de crédito a los clientes y los bancos reciben la información sin un costo de adquisición adicional, ya que la aerolínea ofrece acceso directo a sus consumidores mientras viajan. Éstos no se comprometen con dos o más instituciones diferentes para tener acceso a sus servicios, solo tienen contacto con uno de ellos.

No obstante, es importante destacar que los servicios aún son lentos y presentan ciertos inconvenientes para los usuarios. Igualmente, la falta de visitas a las sucursales bancarias ha obligado a las instituciones a buscar nuevas formas de generar un compromiso. Asimismo, existe una brecha normativa para actividades muy específicas, como llamadas telefónicas de autorización de productos bancarios sin un acuerdo verbal específico, causando molestia y provocando confusión que podría desencadenar cargos adicionales.

Limitaciones en México

Desde el punto de vista cultural y social, para los bancos, un país en desarrollo, como México, ofrece un panorama restringido para los bancos. El estilo de vida mexicano limita la implementación de ciertas actividades bancarias debido a los obstáculos externos, como la falta de acceso a Internet, capacidades limitadas de los dispositivos móviles e informalidad económica, entre otros.

México se ubica en el puesto 82 de 143 países en factores como conectividad y acceso a dispositivos, aumento de contrataciones de internet de banda ancha móvil e importancia de las TIC en la visión gubernamental, según el estudio Global Information Technology Report 2015: ICTs for Inclusive Growth del World Economic Forum. Regionalmente, Chile lidera en América Latina, Colombia se sitúa en el puesto 38 y Brasil, en el 69.

Debido a su estrecha relación con la tecnología, el alcance de los servicios bancarios depende del progreso social. Por lo tanto, los ciudadanos mexicanos podrán aprovechar las herramientas que ofrecen las instituciones bancarias y lograr la inclusión financiera a medida que obtengan mejores dispositivos móviles con acceso a Internet.

Por: José Antonio Quesada Palacios, director de EGADE Business School en la Ciudad de México.

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