COLUMNAS

No hay transición de terciopelo

Crónicas de la ínsula

Cuauhtémoc Blas

Es lugar común el decir de políticos de los partidos derrotados que si le va bien al presidente que ganó, le va bien a México. Pero no es verdad, precisamente lo que esperan es que le vaya mal, para tener argumentos y buscar el poder político en disputa.

Y no sólo esperan, trabajan y propician que le vaya mal a ese gobernante que les ganó o quitó el poder. Hoy podríamos decir que un fantasma recorre México, y no es el del viejo manifiesto de la Europa del Siglo XIX, sino el de los recién expulsados del paraíso del poder.

La transición del gobierno federal no es de terciopelo. Los amos de México, como los llamó Zepeda Patterson, están activos, no quieren perder un ápice de sus enormes ganancias en ese capitalismo de compadres de la presidencia imperial. Habituados a tener ganancias con la entrega de obras públicas millonarias con licitaciones amañadas, hoy en sintonía con sus propagandistas en todos los rincones construyen un escenario catastrófico.

Si pudieran impedirían la asunción del Peje

Un trabajo a publicarse (Revista En Marcha) de Gerardo Nieto habla de la falaz transición de terciopelo. “Los factores reales de poder de ese sistema gozan de cabal salud. Y la muestra está en su sobrerreacción alrededor de lo que AMLO dijo en Nayarit sobre la bancarrota del país. Si pudieran, y en eso están, impedirían que el candidato de la izquierda social se siente en la silla presidencial. Entonces, no hay motivo para engaño: no hay ni habrá transición de terciopelo. La incompatibilidad de proyectos es absoluta”.

La primera batalla se da en el aeropuerto de Texcoco, ahí la mayor parte de los fondos para su construcción serían del sector público, y de las afores de trabajadores. Quieren asustar con que los grandes financieros se retirarían de México si se cancela esta obra. No es así, no todos los capitalistas quieren construir aeropuertos, y si nuestro país es opción para sus ganancias, claro que invertirán, el capital no tiene moral, ni solidaridad, sólo tiene intereses y sed de ganancias.

Además, es preferible perder millones de pesos y no ecosistemas que a la postre habría de afectar la calidad de vida. El dinero no es más importante que las personas y su salud. Hace años el eminente biólogo norteamericano Thomas Bonne alertó sobre la estulticia de los poderosos. Se construyen miles de carreteras, dijo, se pavimentan con cemento hasta las zonas rurales, mientras la población sigue en aumento. Cuando seamos tantos que la comida no alcance vamos a levantar carreteras y pavimentos (y aeropistas) para sembrar alimentos, pero esa tierra ya estará muerta.

Insurrección contra la mafia de PEMEX

La otra gran batalla es sindical. Donde el Movimiento de Regeneración Nacional Obrero Sindical (MORENOS) combate al ogro corrupto y sanguinario que desde hace más de 58 años se adueñó del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con el cacique Joaquín Hernández Galicia, La Quina. Él construyó esa mafia violenta que castiga, despide y mata trabajadores que se atreven a disentir. Su poder económico es enorme, ilustrado en la vida de jeque árabe que se da el cacique sucesor de La Quina, Carlos Romero Deschamp y familia: Lamborghini, yates, mujeres, grandes riquezas. Le entran a todo, son los jefes “huachicoleros”.

Lo que los Deschamp y sus cómplices roban a los trabajadores es vasto, además de la infamante “militancia”, que significa que el trabajador petrolero trabaje gratis en el rancho o empresa del líder seccional, o ser su criado o chofer, o tomar a las mujeres trabajadoras que quieran, abusando de la necesidad de la gente. Esta situación inhumana debe terminar; más de medio siglo de ignominia obrera debe concluir, ni las compañías extranjeras a las que Lázaro Cárdenas arrancó Petróleos Mexicanos llegaron a tanto contra la dignidad de los trabajadores y sus familias.

El mandato del 1 de julio del pueblo de México exige fin al crimen, impunidad y corrupción. La exigencia está clara, allá los beneficiarios de esta decisión si no quieren verla en toda su magnitud, pues el poder, entonces sí, podría durarles poco. Este sacudimiento desató fuerzas y liderazgos regionales sólidos, uno de ellos es el salinacrucense Oscar Solórzano quien se ha revelado como un eficiente dirigente de la disidencia petrolera, vocero del movimiento, llamó a no participar en el amañado proceso electoral impuesto por Deschamp y sus subordinados en las 36 secciones del sindicato para elegir la próxima dirigencia sindical. Esto no ha terminado, las pulsiones liberadas tienen gran fuerza y la mafia está por perder la complicidad de los gobiernos priistas y panistas.

No hay, pues, transición de terciopelo, la pugna se da palmo a palmo, los propagandistas del status quo anticipan hipotético desastre, pero lo cierto es que, efectivamente, si le va mal al nuevo gobierno, le irá mal a México. Es obvio, así ha sido siempre.

www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc

 

 

 

 

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